Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


samedi 25 juin 2011

Bad Feilnbach




Llegamos a Bad Feilnbach bajo una ligerísima llovizna que apenas mojaba. A la entrada nos detuvimos en un albergue para peregrinos, situado en una confortable casa de familia. El logo y la curiosidad nos hizo detenernos, pero preferimos rodar hasta el centro para encontrar otro hospedaje. Poco se nos presentaba en aquel pueblo aplomado sin nadie en sus calles, la llovizna in crescendo. Un inmueble abanderado y florido anunciaba habitaciones libres. Aparcamos y preguntamos en el Gasthof si había un lugar para guarecer las bicicletas. Había todo. Amabilidad, un restaurant esperando por nosotros y una habitación simple para cada uno. Confort monástico y limpieza absoluta. Tuve la sensación de estar en una célula conventual en la Alemania de principios del siglo XX. Nuestras habitaciones estaban en el primer piso con ventanas a la calle. Un pueblo tranquilo visto desde detrás del velillo bordado, Afuera, una jardinera colmada de pensamientos rojos daba color a la vida. Tapices cubrían el piso de madera, y los viejos muebles relucían delante de los anchos frisos estucados imitando el mármol. Disfrutamos del mobiliario tradicional del restaurant donde tronaba una hermosísima chimenea. Bad Feilnbach amaneció gris pero sin trazas de lluvia. Casas con ventanas y muros decorados, de factura reciente en un viejo pueblo que aportó su cuota de hijos en la triste guerra del 14. El reloj de la iglesia, incrustado en su torre, marcaba las nueve y media de la mañana cuando dejamos el lugar. ©cAc weg2011

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