Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


mercredi 29 juin 2011

La travesía de Berchtesgaden en dirección a Salzburgo


Sintiendo un poco de retraso en nuestro programa del día, pedaleamos con prisa el tramo que separa Schönau de Berchtesgaden. Hicimos una pausa para comprar fiambres en un supermercado y oplaaaaaaaaaaaaa!, comenzamos a rodar en dirección a Salzburgo. La ruta va bordeando el río, que nos servirá de rosa náutica durante un buen trecho del camino. La travesía por esta parte de la ciudad, la hacemos respirando el frescor del río y la sombra que regalan los árboles casi acabados de vestir después del largo invierno que los martiriza desnudos. El silencio lo rompe el caudal de aguas chocando con las piedras. Azul, verdeazul, transparencias confundidas. Un inmueble alargado sobre la rivera se recuesta en el flanco de la colina. Un altar con Cristo en la cruz no puede faltar en el adiós a Berchtesgaden. Tampoco faltará el eterno crucificado en la pared de la casa-granja donde hacemos una pausa para comprar miel [Honig aus eigener Imkerei]. Miel de la región, algo que no puede pasarse por alto. Agrego un kilo a mis alforjas, y Elie hará lo mismo. La casa es hermosa, con sus muros blancos y toda la balconería y carpintería trabajada en madera. Al fondo con telón verde salpicado de diminutas florecillas amarillas, la capilla familiar. Un gato nos observa desde su refugio en el jardín. Los geranios de Baviera son de un rojo exuberante, unos cuelgan de los balcones, otros se estiran para tocar el cielo. En lo adelante, río, puentes, casas dispersas y flechas de caminos que hacen soñar otros caminos. Cruzamos un puente y una vieja hidroeléctrica. El verano bávaro es perfectamente primaveral. Por todos lados crecen “boules de neige” y campanillas. Junio está a punto de finalizar. Al bordear la hidroeléctrica, el camino es cuesta en bajada y la cadena montañosa se hace muralla al fondo. La humedad es reina en estos parajes. De los flancos de colinas brotan manantiales y bonitas cascadas que dan un toque paradisiaco al lugar. Entre dos colinas sembradas de coníferas, un valle y una granja dan el toque humano. Campos cultivados, campos arados, un tractor que se reposa, y la virgen con el niño contemplando la campiña, en un altar colgado a un tronco invadido por la hidra. Descubrimos una torre con techo agujado, reloj y campanario. Estamos a las puertas de Marktschellenberg. ©cAc weg2011 

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