Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


dimanche 26 juin 2011

La fiesta y el antiguo prisionero


Si el pueblo era de un vacío fantasmal, por algo era. Y el algo lo descubrimos cuando dejamos Neubeuern por la carretera que lo une con Altenbeuern. Justo a la salida y a orillas de un descampado, en lo que parecía el parqueo cubierto del regimiento de bomberos, se congregaban los pueblerinos de ambos “beuern” Neu y Alten, y seguían llegando las familias, muchas ocupaban ya las mesas, otros en fila esperando su “turno” para recoger la “cajita” con el almuerzo y otras llegaban fresquitas, las mujeres con sus trajes a cuadritos, anchos faldones multicolores  y las blusas blancas de percal recogidas en apretado corsé cerrado a lazos o botones, todas portando el delantal que delata el arraigo a la familia y el trabajo del hogar! Los hombres, portando su atuendo con un orgullo masculino, a imagen de la rudeza del cuero de sus cortos pantalones. En un recodo, un ejército de benévolos daba vueltas a la carne sobre mesas-parrillas. La humareda envolvía el lugar, las carnes a punto sangraban, y las más cocinadas exhalaban ese olor a vaca frita dispuesta a hacer las delicias de finos paladares. Evidentemente, rojos como en cualquier rincón del planeta, los carros de bomberos esperaban pacientemente del otro lado de la fiesta, que ésta terminara, o que ardiera en delirio la fiesta. Pasamos, pero no fuimos invitados. Aquella parrillada daba deseos de quedarse en el sitio. Qué celebraban los felices parroquianos de Neu y Alten? Sobre las mesas Cola-Mix y Coca-Cola, yo pensaba que rubias y negras locales, naturales, braseadas en algún monasterio cercano. Mientras mi objetivo apuntaba la roja carne y los vuelta-pa’quí y vuelta-pa’llá que le daban los cocineros ayudados de largas pinzas y delantales azules, el lugarteniente Wakim entablaba conversación con un paisano del lugar. Luego me contaría Elie, que el señor conocía Francia, donde había estado prisionero durante los nefastos años de la segunda contienda, y canjeado o no sé bien si liberado, una vez la guerra terminada. La conversación se desarrollaba en alemán y yo no quise interrumpir, justo saludar y conminar al lugarteniente a partir, porque las manecillas del reloj se agitaban. ©cAc weg2011

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