Sintiendo un
poco de retraso en nuestro programa del día, pedaleamos con prisa el tramo que
separa Schönau de Berchtesgaden. Hicimos una pausa para comprar fiambres en un
supermercado y oplaaaaaaaaaaaaa!, comenzamos a rodar en dirección a Salzburgo.
La ruta va bordeando el río, que nos servirá de rosa náutica durante un buen
trecho del camino. La travesía por esta parte de la ciudad, la hacemos
respirando el frescor del río y la sombra que regalan los árboles casi acabados
de vestir después del largo invierno que los martiriza desnudos. El silencio lo
rompe el caudal de aguas chocando con las piedras. Azul, verdeazul,
transparencias confundidas. Un inmueble alargado sobre la rivera se recuesta en
el flanco de la colina. Un altar con Cristo en la cruz no puede faltar en el
adiós a Berchtesgaden. Tampoco faltará el eterno crucificado en la pared de la
casa-granja donde hacemos una pausa para comprar miel [Honig aus eigener
Imkerei]. Miel de la región, algo que no puede pasarse por alto. Agrego un kilo
a mis alforjas, y Elie hará lo mismo. La casa es hermosa, con sus muros blancos
y toda la balconería y carpintería trabajada en madera. Al fondo con telón
verde salpicado de diminutas florecillas amarillas, la capilla familiar. Un
gato nos observa desde su refugio en el jardín. Los geranios de Baviera son de
un rojo exuberante, unos cuelgan de los balcones, otros se estiran para tocar
el cielo. En lo adelante, río, puentes, casas dispersas y flechas de caminos
que hacen soñar otros caminos. Cruzamos un puente y una vieja hidroeléctrica.
El verano bávaro es perfectamente primaveral. Por todos lados crecen “boules de
neige” y campanillas. Junio está a punto de finalizar. Al bordear la
hidroeléctrica, el camino es cuesta en bajada y la cadena montañosa se hace
muralla al fondo. La humedad es reina en estos parajes. De los flancos de
colinas brotan manantiales y bonitas cascadas que dan un toque paradisiaco al
lugar. Entre dos colinas sembradas de coníferas, un valle y una granja dan el
toque humano. Campos cultivados, campos arados, un tractor que se reposa, y la
virgen con el niño contemplando la campiña, en un altar colgado a un tronco
invadido por la hidra. Descubrimos una torre con techo agujado, reloj y
campanario. Estamos a las puertas de Marktschellenberg. ©cAc weg2011