Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


lundi 27 juin 2011

Paseo nocturno (el barrio de las villas imperiales)


Paseo nocturno & Biergarten (Schwabenbräu)


Despojados del cansancio de una etapa larga y abrumadora, visto que estábamos bastante lejos del centro de la antigua villa imperial bávara, montamos las bicicletas, también despojadas del peso de las alforjas, y enrumbamos en busca de un sitio donde cenar. Primero rodamos curioseando las viejas construcciones situadas en el eje que lleva al jardín de la villa y que se interna por la trama urbana donde se levantan los palacios mandados a construir a finales del XIX por la nobleza bávara y sus primos europeos. Vetustas villas de estilos diversos, pero fastuosas, decoradas sin avaricia unas, austeras y señoriales otras. Elegimos un restaurant en la arteria dorsal de la parte vieja de la ciudad, y poca suerte nos acompañó, pues justo cerraba cuando llegamos. Casi eran las diez de la noche, volvimos atrás, y en la misma calle el Schwabenbräu todavía estaba abierto y recibía, a pesar de estar lleno completo. Una mesa se vació, y la chica nos la habilitó con presteza. La terraza exterior del Biergarten era el sitio ideal para ir resumiendo las etapas acumuladas. Empezamos refrescando la memoria con sendas wieninger, seguimos durante la cena y terminamos con el mismo ímpetu por amor a la cerveza alemana! ©cAc weg2011 

Instalación en la periferia de Bad Reichenhall




Después de cruzar nuevamente el río, llegamos a un sitio habitacional periurbano. Casas de familia y casas albergues de trabajadores venidos de otras regiones. Si no era eso, en algo se me pareció. Preguntamos a varias personas si sabían de casas que alquilaran para una etapa. Nadie sabía, nadie conocía. Ha sido una de las etapas más largas si consideramos la dificultad de encontrar alojo. Es posible que fuera culpa nuestra el de no hallar albergue. Preguntamos a dos mujeres que cruzamos en el rodar por aquel barrio, y ellas nos indicaron una dirección a la que fuimos sin reserva y sin pensarlo dos veces. El albergue en cuestión, era una recoleta casa de dos plantas y cuya patrona, una sexagenaria todavía grácil y de hermosos ojos azules, nos acogió calurosamente y nos mostró una habitación doble en el piso superior, con ducha y sanitarios en el pasillo. Todo de una pulcritud extrema. La señora, una mezcla de mujer meticulosa y majadera que no tuvo reparos en leernos la cartilla de prohibiciones y buenas maneras, la distancia al centro, dónde cenar esa noche y aquello que deseábamos para el desayuno, incluido en el precio del alojo. Desde el barrio, el macizo rocoso se mostraba radiante bañado con la roja escapada del sol hacia el oeste. ©cAc weg2011

Pantanos y senderos húmedos al dejar Piding



Un tramo largo, interminable. Felizmente, ciento por ciento natural y apacible. Senderos desapareciendo en la espesura boscosa, pantanos de aguas claras y otros desbordados de nenúfares. Cursos de agua como telas de araña entretejidas entre pinos, arbustos y apretada familia de helechos. En medio de la espesura, un río ancho nada impetuoso pero seguramente helado sabiendo que ha nacido en la montaña. Camino de caminos, el tramo lleva a los excursionistas hasta Salzburgo y como a nosotros, al lago Königs, pero antes a la ciudad de Bad Reichenhall. ©cAc weg2011 

Piding


Piding casi toca el macizo azulgris, tiene iglesia parroquial y ordenada trama urbana, pequeña, pero con infraestructura de pueblo. Completo anuncian las casas con habitaciones para alquilar, completo anuncian los escasos hostales del pueblo. El punto de información turística corrobora lo que ya sabemos. Y no nos queda otra opción que esperar a llegar al próximo núcleo urbano, para ver la sorpresa que nos pueda deparar.  ©cAc weg2011

Jechling


 
Trecho de camino agradable, con su dosis de vacas tímidas, campos arados, un arroyo límpido de cauce empedrado y las montañas azules de fondo. Jechling es un pequeño caserío compuesto de granjas y una esperanza enorme en su riqueza agrícola. Pasamos por alto preguntar si alguien alquilaba, de hecho no vimos un alma en la travesía del sitio. ©cAc weg2011 

Incertidumbres camineras


Algo no va bien entre el GPS y el mapa. Si volvemos atrás, la flecha indica Aufham, que ya hemos pasado, y más atrás aún, Teisendorf. Delante de nosotros, Piding, a 4 kilómetros, y el doble a Bad Reichenhall. No hemos visto alojamiento en Aufham. Tomando sendero a la izquierda, como señala el mapa del camino, pasaremos por Jechling, y si encontramos una zimmer frei, haremos etapa… ©cAc weg2011

Aufham


Dos equipos de futbolistas patean el balón desesperadamente. Distingo dos números, el 9, y pienso en Alix que no encuentra Aufham en el mapa enorme de Alemania abierto sobre mi buró en el sur de Francia. Aufham es un caserío minúsculo. El 31 corre detrás del balón y…., ah, es un entrenamiento, cada muchacho tiene su balón y entrena a su aire! Mi padre y mi padre me acostumbraron a tener buena esperanza en el segundo dígito de la decena del treinta. Ahora la esperanza es encontrar un lugar donde pasar el final del día y reposarnos. Los muchachos gritan pero sin algarabía. El balón rueda, se dispara, cabecea o espera la patada para lo cual fue concebido. ©cAc weg2011 

San Roque a la entrada de Aufham


Cuando el campo se acaba, aparecen casas dispersas, pero antes, a la izquierda, una capilla. Dos de los muros y el techo a dos aguas, están revestidos de pizarra. En el caballete frontal debajo del campanario puede leerse “Ave María”. Nos detenemos y miramos por  una de las pequeñas ventanas que dan al camino. La puerta da al prado contiguo y está abierta. De este lado, la pared lechosa. Una ventana redonda con vitral deja pasar la claridad. En el altar, con fondo de piedras imitando una gruta, la virgen. Sobre una pared, un Cristo crucificado, a tamaño natural. De cada lado del altar, dos figuras. La de la izquierda, creo reconocer por las heridas de sus brazos y piernas, a Cristo, envuelto en una túnica azul y roja rematada en cinta dorada. Y cuál no sería mi sorpresa al descubrir que la figura de la derecha no es otra que San Roque, porque Saint Jacques no muestra la pierna y muslo lacerado. No lleva San Roque su perro, pero si la vara y sobre sus hombros, la capa con la concha que nos remite a Compostela. Pido a San Roque, pido, y me vuelvo con una tranquilidad de espíritu tremenda. ©cAc weg2011 

Instantáneas en el camino


A la izquierda, camiones tipo “poids lourds” en dirección a Munich. La roca azulnegra anunciando la proximidad de Salzburgo. Pedaleando, infatigable, mi compañero de ruta. Viniendo contrario a nosotros, una madre ciclista y su chiquillo pedaleando a su lado. La bandera alemana sobre un asta situada en la carriola-remolque. Campos roturados. Olor intenso a hierba acabada de cortar. Una mujer rastrilla la hierba cortada haciendo pequeños montículos en fila. La hierba cortada pierde el fulgor verde y se marchita a la velocidad del sol. El sol sigue alto. El marido de la mujer que rastrilla manipula una cortadora que parece pesada. ©cAc weg2011