Las damas de Lauter

Nos detuvimos en Lauter para aprovisionarnos en una tiendecilla que hacía de correos, bodega y quincalla. Sobre el muro de una casa, Kramerweg. La guía del camino no se equivocaba. Ayudamos a una anciana a llevar hasta su carro la bolsa de compras y hasta se lo acomodamos en el maletero. Estaba sorprendida, y nosotros contentos. Preguntó de dónde veníamos y Elie se encargó de responderle. Sorprendí a Elie comadreando con la patrona del establecimiento, muy risueño, y me pregunté si el hambre no lo había tocado. Yo bostezaba y la boca se me hacía agua mirando las conservas en sus anaqueles. A un kilómetro de Lauter yendo hacia Lacken, aparcamos las bicis a la sombra de un coposo árbol. Como si nos esperara, un banco libre, un extenso panorama verde a pérdida de vista, un abejorro, tres abejas, dos avispas y nosotros engullendo nuestros bocados y frutos secos. ©cAc weg2011