Rodando, Elie y yo somos dos ciclistas disciplinados y seguimos a la
letra el código de la ruta. En fila india en los ejes viales obligados de
atravesar o seguir, y a nuestro aire en los caminos vecinales y senderos que se
internan en los bosques y al atravesar las granjas. En Teisendorf, nos perdimos
de vista. No sabemos en qué momento perdimos contacto. Cada uno a su libre
albedrío disfrutaba del pueblo, tomando fotos, curioseaba por las callejuelas
detrás de la principal. Un aserrío a la derecha, una virgen en su nicho a la
izquierda, tiendecillas elegantes, comercios de alimentación, y rodando y
rodando me vi en las afueras de Teisendorf, del lado del cementerio y sin
señales del lugarteniente Wakim. Dónde andará el muchacho, me pregunté en voz
alta, y en eso sonó el tic de la llegada de un sms que no pude interpretar como
un s.o.s viniendo de mi compañero de ruta. Debe estar delante de una rubia
local, pensé antes de leer el mensaje en la pantalla del teléfono “capitán,
dónde estás?” y por la misma vía convenimos en encontrarnos en el pasaje que da
a paso a la callejuela donde está situada la iglesia… ©cAc weg2011
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