Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


jeudi 23 juin 2011

Gästehaus Kögler

Entramos al Gästehaus Kögler, la noche ya caída, y sin dar tropezones aunque medio ebrios. Cerveza y fatiga se alinearon y volvimos en sí, la mañana siguiente, alertados por un gallo del vecindario, de que el sol ya estaba alto! ©cAc weg2011

Fête bavaroise





La cena fue animada y festivalera. Nos acomodamos en la parte reservada a los viajeros de paso, que éramos pocos, y el resto del restaurant bullía de cánticos y flautas, risas y aplausos. Nos hubiéramos creído en otro mundo, y no, estábamos en la Baviera tradicional, católica y conservadora. Hermosas muchachas, jóvenes y viejos, vestidos con trajes tradicionales, las muchachas el cabello recogido con chales sobre las blusas bordadas; los hombres jóvenes, de camisa blanca remangada, pantalones cortos tenidos con anchos tirantes, sombrero y las medias a rombos cubriendo de la canilla a la rodilla. Los caballeros, cubiertas las piernas con calcetines de lana y pantalones de paño atados a la rodilla, camisa blanca y por encima una gruesa gabardina oscura. Disfrutamos viendo aquel espectáculo gratuito mientras calmábamos el hambre que la humedad y la lluvia nos habían impuesto, con un plato regional que ahora no recuerdo, y sendas cervezas alemanas, de esas que te empujan a repetir y a repetir… ©cAc weg2011


Llamas crepusculares









La tarde fue cayendo y antes de partir definitivamente ese día, nos regaló un crepúsculo de rojos salpicando las montañas, naranjas como fuego y nubes queriendo imitar polvaredas azulgrises. ©cAc weg2011

Fondo alpino en Ohlstadt











A pesar de que los pueblerinos celebraban alguna fiesta tradicional, el ambiente era calmo y sosegado. Santos, vírgenes y Cristo se nos aparecían en jardines y fachadas. Si humedad, niebla y lluvia no faltaron en el camino, la llegada a Ohlstadt fue casi radiante, con un cielo despejado que dejaba ver en los confines (no tan lejos!) la silueta alpina. ©cAc weg2011

Paseo por el pueblo














Después de una pausa reparadora, salimos a caminar por Ohlstadt, mientras llegaba la hora de cenar. El pueblo se visita en un abrir y cerrar de ojos, pero teniendo tiempo suficiente, lo escudriñamos en todas direcciones. La iglesia con el camposanto adosado fulguraba en ese final de tarde luminoso. Los frescos de las fachadas parecían acabados de pintar por el artista. ©cAc weg2011






Ohlstadt (Kreis Garmisch-Partenkirchen)






En el N° 6 de Pointweg nos detuvimos. Aparcamos la Gazelle y la Gitane y tocamos el timbre del Gästehaus Kögler. Nos abrió la puerta un sesentón alto, retrato de un hombre con huella deportiva. Y en efecto, Kögler había sido un deportista de alto rendimiento, hecho que descubrimos curioseando las fotos colgadas en el Gästehaus. Antes que nada, el acomodo. Había que lavar (dejamos las capas extendidas en una terraza exterior, los guantes y los cascos) y secar los enseres deportivos que usamos durante la jornada. ©cAc weg2011

Después de la tempestad…

Ohlstadt se perfila en el horizonte, ha dejado de llover y solo llovizna. Amaina, y el temporal cede a la calma. El cielo se despeja, descubrimos otra vez que las montañas son bellas y olvidamos que vamos dejando la huella de la lluvia por las calles secas del pueblo. ©cAc weg2011



…la calma.

El temporal






Escuchamos una andanada de truenos secos. Un relámpago rasga el cielo sin que ello ponga peros a nuestro pedaleo. A la salida de Eschenlohe vemos los primeros árboles caídos. Uno enorme nos corta la ruta y nos obliga a buscar un camino alternativo. La lluvia arrecia. Ríos crecidos. Golpeteo incesante de las gruesas gotas en nuestros cascos, y rostros. A pesar de las capas somos frágiles ante la inclemencia del tiempo. Calados hasta los huesos decidimos seguir en busca del sitio elegido, Ohlstadt. ©cAc weg2011

Pausa de rigor en Eschenlohe







Eschenlohe. La cúpula bulbosa de la iglesia sobresale en el gris ambiente. La montaña se envuelve de colores tristes. Tristes como la guerra del 14 traída a memoria con un soldado esculpido en una plaza del pueblo. Sigue lloviznando y no se ve un alma a quien preguntar algo. Sentimos el motor de un carro y dos segundos después, vemos detenerse el vehículo frente a un inmueble de balcones floridos (Cabinet – Einbauschänke nach Mab). Una pareja entrada en años se desmonta y corremos hacia ellos. El señor nos indica de ir a la izquierda, pero antes de hacerlo, pedaleo en la dirección contraria atraído por el ruido que hace el agua embravecida. Bajo el puente, el río, furioso, pasa como un ejército que no presta atención a otra cosa que a su huída. ©cAc weg2011


Ser un batracio en Baviera






Bosques y claros. El verde omnipresente, como Cristo en cada cruce. Las nubes envuelven las montañas. Y en Grafenaschau han descendido hasta tocar los techos de las casas. La humedad es reina como reyes son los batracios por estos lares, y al rodar, tener cuidado de no aplastar una frágil ranita. El sol ausente en esta jornada. La llovizna presente a lo largo de todo el camino. Una llovizna fría a la que le cuesta trabajo emanciparse en aguacero. Pero habrá sorpresas en el trayecto hasta Ohlstadt. Otra cosa que pinos, troncos, verde y vacas no ha habido en este acuoso día. La lluvia pone trampas al GPS, mientras que el mapa se ríe del instrumento. El mapa nos salva y nos catapulta en los caminos que el aparato no logra a pesar de su sofisticación…, si ya sé, no aplaudo todo lo que la modernidad quiere imponernos, será que me estoy poniendo viejo? ©cAc weg2011


Las señoras de Bad Kohlgrub






Dos pasos más adelante, Saulgrub, con su parroquial blanca de tejas rojizas apenas visible por la bruma. En Bad Kohlgrub, un San Cristóbal pintado en el muro de una casa. La fiesta de trajes persiste. Las señoras portan con soltura sus vestimentas y se protegen con paraguas de la fina llovizna. A la salida del pueblo, una capillita-urna guarda la virgen con el niño en brazos. La solitud de la virgen me pone triste, y no acabo de saber si era el desamparo del azul como fondo de la urna, o la expresión de cansancio de la talla. ©cAc weg2011