La acogida vacuna…

El camino atraviesa una granja ganadera. Todo se pasa bien entrando, luego…, luego viene el momento de curioseo de las vacas y de sus crías. Extraterrestres!, muge una, y el eco se expande por los prados. A esas vacas se unen otras vacas, y sus terneros, y alguna que otra joven ternera. Todas con sus aretes plásticos. Ficha perfecta de reconocimiento, propietario, fecha de nacimiento y raza, todo en números negros sobre amarillo. Mientras pedaleamos, las vacas y sus terneros nos hacen cortejo, mugen, se miran, sonríen, dan vueltas y se desencadenan. No sé, de nosotros dos, cuál les simpatiza más. Ni caso hacemos al grupo vacuno que llega hasta la próxima barrera. Allí, el comadreo entre ellas se acelera, se nos acercan, resoplan y sentimos el vapor tibio de la respiración. Quieren saber qué llevamos en las alforjas, se nos interponen a cada paso y como si fuéramos especialistas de portones de vaquería, logramos no sé como evadirnos del tropel alebrestado, pasando del otro lado de la cerca y como camineros disciplinados, poniendo atención al Bitte Gatter schlieben. ©cAc weg2011