Llegamos a la dirección que nos dieron los muchachos. Haus Susanne, en la
calle del mercado. Nos recibe un gato y luego la patrona del lugar. Dejamos las
bicicletas contra un muro del parqueo y subimos a instalarnos en una habitación
de las pegadas al techo. Limpia, confortable, lo necesario para pasar una noche
y preparar la etapa siguiente. De un lado, el campo, los sembrados, el sol
martillando sobre las granjas; del otro, Grödig, más bien un confeti de Grödig,
rodeado de colinas arborizadas, y por todos lados, monte y montañas, la silueta
alpina, farallones rocosos. La tarde fue cayendo en trozos rojinegros y una luz
celestial con filos naranjas se adueñó del poniente. Mientras el día dejaba
trazas de su paso entre nosotros, la tarde noche se fue instalando en aquel
suburbio de Salzburgo, vacío como la botella de un borracho. Tuvimos suerte de
encontrar un restaurant abierto (Römerquelle), y allí pudimos apreciar la
cocina austriaca y beber la Kaiser tradicional oscura que nos hizo salivar
mientras pedaleábamos. ©cAc weg2011 Bodensee – Königssee / Radweg
Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.
mercredi 29 juin 2011
Grödig bei Salzburg
Llegamos a la dirección que nos dieron los muchachos. Haus Susanne, en la
calle del mercado. Nos recibe un gato y luego la patrona del lugar. Dejamos las
bicicletas contra un muro del parqueo y subimos a instalarnos en una habitación
de las pegadas al techo. Limpia, confortable, lo necesario para pasar una noche
y preparar la etapa siguiente. De un lado, el campo, los sembrados, el sol
martillando sobre las granjas; del otro, Grödig, más bien un confeti de Grödig,
rodeado de colinas arborizadas, y por todos lados, monte y montañas, la silueta
alpina, farallones rocosos. La tarde fue cayendo en trozos rojinegros y una luz
celestial con filos naranjas se adueñó del poniente. Mientras el día dejaba
trazas de su paso entre nosotros, la tarde noche se fue instalando en aquel
suburbio de Salzburgo, vacío como la botella de un borracho. Tuvimos suerte de
encontrar un restaurant abierto (Römerquelle), y allí pudimos apreciar la
cocina austriaca y beber la Kaiser tradicional oscura que nos hizo salivar
mientras pedaleábamos. ©cAc weg2011
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