Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


mercredi 29 juin 2011

Schönau, Königssee, Berchtesgaden Hbf.



Los proprietarios de la zimmer (Shönau)
La quietud que envuelve al lago se extiende a uno y otro lado del río, y envuelve en su manto de silencio la dispersa urbanización. La noche en contubernio con el lago se dislocó por el paraje y provocó un sueño de profundidades abismales. El despertador sonó con la claridad del día escalando los montes que abrazan el Königssee. Los propietarios de la casa dispusieron el desayuno de manera que no perdiéramos el autobús de las ocho y cuarto de la mañana en dirección a la Berchtesgaden Hbf. Esta vez, emprendimos el camino a Königssee bordeando el río, por el sendero de ciclistas y camineros, pero a pie. Y llegamos con bastante adelanto a la parada del bus 841, lo que nos permitió deambular por el sitio. En la explanada del parking, un grupo de militares recibía instrucciones antes del comienzo de una maniobra o algo por el estilo. Los empleados de la limpieza trasladaban bancos de un sitio a otro. El buró de turismo aún no había abierto las puertas. Águilas volando sobre la vidriera de la parada de autobuses y venados encaramados sobre piedras soñando ser macizos rocosos. Buena hora para surcar el lago y llegar a St Bartholomä. Los bulbos de ajo rojos de sus cúpulas reflejadas en el Königssee me atravesaron el pensamiento. El ronroneo de un motor me hizo volver a la parada y montar el 841, exacto como un reloj suizo. Un rato después, luego de haber atravesado granjas y pequeños conjuntos urbanos, descendimos en la estación intermodal y esperamos el autobús que hace la ruta hasta el punto desde donde parten las guaguas rojas que en caravana ascienden hasta la boca del túnel que lleva a Kehlsteinhaus.  ©cAc weg2011  

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