Bodensee – Königssee / Radweg

Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.


mardi 28 juin 2011

Berchtesgaden



El aire fresco de las montañas que circundan Berchtesgaden nos envolvió mucho antes de que apareciera el cartel de letras negras sobre fondo amarillo. Kreis. Berchtesgadener Land. Azul gris de montañas y verde intenso de pinos y árboles. Una capilla a la entrada del núcleo urbano. Y poco a poco, mansiones bávaras e inmuebles de habitaciones y de hospedería. Berchtesgaden respira alargada como el valle donde se encaja, un valle regado por un río helado que nace en la montaña y trae consigo el perfume azulado del deshielo primaveral. Las construcciones siguen el curso del río, y los ejes viales trazado en armonía con las ondulaciones del paisaje. Desde la altura divisamos la estación ferroviaria y de autobuses, y en lontananza, agarrado a la cima rocosa, Kehlteinhaus. La ciudad vieja fue construida en un flanco de montaña. Los edificios muestran ese aire de un pasado próspero, y la conservación muestra un presente igualmente próspero. El águila vuela y se posa sobre las franjas negra, roja y amarilla de la bandera. Pedaleamos hasta el mismo centro. Balcones y galerías “à colombage”, cúpulas en forma de bulbo, cúpulas semicirculares y también puntiagudas como lápices gigantes. Una virgen pintada sobre una fachada principal me hace recordar la Caridad del Cobre. Manto azul y corona. La bandera bávara flotando en los balcones. Los hoteles se suceden, hay montones, y es que Berchtesgaden es el punto de partida para visitar Kehlteinhaus. Nos detenemos frente a la iglesia cuya torre campanario tiene cinco cuerpos. Sobre la fachada del nivel más bajo, un nicho protege al santo que a su vez protege la villa. Por una calle en bajada, pedaleamos hasta llegar al río, de un lado, y del otro, la estación que veíamos desde arriba. Desde abajo, las iglesias con sus cúpulas y el edificio del convento franciscano parecen minúsculas cartas postales. Entro a curiosear al hall de la Berchtesgaden Hbf. Un fresco enorme cubre el muro del hall. Escenas y paisajes bávaros. Un grupo de escolares esperan la salida de su autobús. Escolares con sus uniformes, cosa trivial, si no fuera porque algunos portan el traje tradicional de Bavaria. Otro grupo, también a la espera del transporte, platica y manipulan sus teléfonos celulares. Las maletas me llevan a pensar que son pensionistas de un colegio y que vuelven a sus casas para pasar el fin de semana. Y me veo de azul prusia y celeste vestido, corbateado y con el distintivo rojo en la manga izquierda de la camisa. Elie y yo miramos el mapa y emprendemos el camino urbano que nos lleva a Königssee. ©cAc weg2011 

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