Remontamos la
calle de tiendas cafés y restaurantes y llegamos a la explanada acondicionada
como parqueo. Desde allí buscamos el camino (Königsseer Fußweg) que se desliza
junto al río y que nos lleva a la urbanización donde hacemos etapa. La parrilla
de mi bicicleta ha vuelto a dañarse y la ingreso en el atelier situado casi
frente a la casa donde nos alojamos. El reparador me la entregará mañana. Una
ducha sirve de relajamiento y reposo, pausa que nos abre el apetito.
Berchtesgaden está a 5 kilómetros, el Biergarten a dos y medio, el camping no
tiene cafetería y no estamos para fast food. La señora nos indica un
restaurante en la urbanización. Especialidad en truchas. Las truchas no andan
lejos, el río está a dos pasos, pero las truchas están a coger con la mano, en
los estanques que rodean el restaurante. El restaurante es llevado por turcos.
La trucha es excelente y la guarnición de fritas descomunal. El mantel de
guinga azul me recuerda a mi abuela. Hace falta un toque azucarado después de
las truchas. En lugar de volver a la casa, hacemos otro camino para llegar al
lago. La noche ha caído, el azul del cielo es impresionante y se refleja en las
aguas quietas del Königssee. No hay un heladero en la calle comercial, ahora
desprovista de turistas, y sus tiendas cerradas. El hotel Gchiffmeifter parece
un tanatorio, silencioso, a media luz el hall, iluminadas tímidamente las
columnas que sostienen el porche de la entrada. Hay un Mc Donald en las
inmediaciones del parking. Entramos sin tardar, sin objeciones, y nos damos el
toque cremoso que el cuerpo nos pedía. Después de los helados, volvimos a la
zimmer y organizamos la excursión del día siguiente: subir al Nido de las
águilas. ©cAc weg2011
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