Kirchdorf

Cruzamos una autopista por un puente elevado. La cinta de asfalto no da cupo a los automóviles que ruedan con incierta fluidez. Nosotros rodamos respirando el aire puro de la campiña Baviera. El lugarteniente es feliz cuando se sumerge en bosques y sub-bosques, y hasta parece que revive con manchas de verde y hojas sobre su Gazelle. Esto no impide que yo me ponga agrio cada vez que el libanés se detiene para que yo funja como fotógrafo particular. Y que sea dicho, mis fotos nunca le convencen, “trop loin” “trop flues” “pas centrée” bref, el socio es de ampanga! También a mí me energiza el paisaje de bosques y prados y sembrados. Como igual me apasiona descubrir los núcleos urbanos, -grandes o chicos- que atravesamos. El camino se hace llamar de Arnika cuando entramos en Kirchdorf. Bordea una capilla en medio del camposanto rodeado de un muro de piedras. Pasamos frente a la iglesia parroquial de techo gris de alto caballete a dos aguas y la torre adosada a un costado. La torre, techada como el templo emerge como un lápiz afilado con sus cuatro cuerpos. ©cAc weg2011