Apenas habiendo dejado atrás el lago apacible y los pescadores en su faena, entramos en la periferia urbana de Bad Tölz. Este sector de la ciudad es un barrio elegante donde se levantan hermosas construcciones, casas, hoteles, (pasamos frente a una iglesia de factura moderna) un centro de recreación acuático, una agradable calle peatonal (Ludwigstraße) llena de comercios y centros de servicios. El barrio es el centro termal de la ciudad, y se le conoce como Badeteil. El toque emblemático de Badeteil es el Kurhaus, inaugurado en 1914 y cuya factura arquitectónica la debe a Gabriel von Seidl, que no lo vio terminado, pero cuya continuación y terminación fue asumida por su hermano Emanuel, siguiendo el mismo aire que le impregnara von Seidl. El Kurhaus da cabida hoy a una sala de conciertos y a un café con aires de otra época. Mientras pedaleábamos por la calle que nos llevó a la Ludwigstraße, me percaté que una de las ruedas de mi bicicleta iba falta de aire. Despreciamos un garaje de servicios y seguimos pedaleando suavemente, pero la curiosidad pudo más, busqué la cause y todo parece indicar que la única chincha perdida en el camino estaba esperando que yo pasara para pinchar la goma. Quité la chincha, y desgraciadamente me vi ponchado y caminando por el barrio termal en busca de un taller de reparación. Una tienda-taller se nos presentó en el camino, y en lugar de usar mi cámara de reserva, me compré una nueva. La vendedora me empujó a comprar la cámara, mi co-équipier asintió, y salimos de la tienda para reparar el daño nosotros mismos, los técnicos del taller eran menos técnicos que yo y mi compañero, y mitad gentiles mitad vendedores, no resolvieron mi problema. Caminando, bicicleta a la mano, dejamos la calle peatonal y buscamos el río Isar, a partir de cuyo puente comienza la pintoresca ciudad vieja de Bad Tölz. ©cAc weg2011
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