La lluvia de ayer, hizo su trabajo a conciencia. Nos entripó y pudimos secarnos, y entripó nuestras vituallas y equipamiento. Elie pudo calzar un segundo par de basquettes, mis tennis deportivos estaban aún completamente húmedos y preferí dejar Ohlstadt en chancletas, mientras mis zapatos se secaban al aire, colgados del manubrio. El paisaje a la salida de Ohlstadt, humedecido por el temporal de la víspera, mostraba verdes tiernos con manto de rocío acariciando el mundo vegetal. Bordeamos caseríos y otras viviendas diseminadas por el prado verdeante y luminoso. Pequeñas iglesias o capillas grandes con sus muros blancos y techos tejados. Emergiendo del tejado, chimeneas y discretas torres abulbadas revestidas de madera. La vida en estos parajes de Baviera debe ser de una tranquilidad exuberante, como exuberantes son los jardines que rodean las mansiones y los cursos de agua que los atraviesan. Las copas de los árboles de troncos vestidos de líquenes, acarician el camino y dan sombra a las columnas de las misiones religiosas que antaño recorrieron estos lugares. ©cAc weg2011
Bodensee – Königssee / Radweg
Lo de hacer los Alpes austriacos en bicicleta puede parecer una locura, y creo que lo es ciertamente. En el momento en que se dijo, acabábamos de finalizar el camino a Santiago de Compostela, el cansancio reinaba en nosotros, y la idea surgió seguramente de la animosidad que trae consigo finalizar un buen vino sentados en la plaza de Muros de Nalón, viendo un memorable crepúsculo asturiano. Lo de hacer el radweg que serpentea la Baviera desde el lago Constanza hasta el lago Königssee, en las proximidades de Austria, fue una acertadísima idea que nos permitió saciarnos de un paisaje extremadamente hermoso. Bosques, prados, granjas, animales, puro verde, y pueblitos y pueblos y ciudades, verdadero recorrido arquitectónico por el sur de Alemania, con la cadena alpina de fondo.
vendredi 24 juin 2011
Rodando descalzo por Baviera
La lluvia de ayer, hizo su trabajo a conciencia. Nos entripó y pudimos secarnos, y entripó nuestras vituallas y equipamiento. Elie pudo calzar un segundo par de basquettes, mis tennis deportivos estaban aún completamente húmedos y preferí dejar Ohlstadt en chancletas, mientras mis zapatos se secaban al aire, colgados del manubrio. El paisaje a la salida de Ohlstadt, humedecido por el temporal de la víspera, mostraba verdes tiernos con manto de rocío acariciando el mundo vegetal. Bordeamos caseríos y otras viviendas diseminadas por el prado verdeante y luminoso. Pequeñas iglesias o capillas grandes con sus muros blancos y techos tejados. Emergiendo del tejado, chimeneas y discretas torres abulbadas revestidas de madera. La vida en estos parajes de Baviera debe ser de una tranquilidad exuberante, como exuberantes son los jardines que rodean las mansiones y los cursos de agua que los atraviesan. Las copas de los árboles de troncos vestidos de líquenes, acarician el camino y dan sombra a las columnas de las misiones religiosas que antaño recorrieron estos lugares. ©cAc weg2011
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