En efecto, el sol se había desplazado y comenzaba a calentar tímidamente los techos, los prados y los flancos de la montaña alpina. Como dos haraganes a quienes el día se abría sin ninguna preocupación, entramos en el salón del Gästehaus Kögler, para tomar un desayuno fortificante que nos permitiera hacer camino y rodar. El salón, híbrido de restaurant – bar respiraba ambiente familiar discreto, sin embargo, las paredes mostraban fotos familiares, trofeos deportivos, diplomas, acuarelas, relojes con péndulos, tallas, muebles tapizados demodés, y lámparas de cobre colgando del techo. Desayunamos tranquilamente y luego vino el momento de cargar las bicicletas y comenzar la jornada caminera del 24 de junio. ©cAc weg2011
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