La grulla de Wertach

El sitio es húmedo. Descubrimos un estanque llenos de nenúfares y otras plantas acuáticas. En una rama alta de un pino, una grulla se acomoda y seca sus alas. Un cartel anuncia “Wertach”. Caminosombreado y tranquilo. Sólo escucho mi propio pedaleo. Frenamos en seco. El camino se convierte en adoquinado puente. Parqueamos las bicicletas y descubrimos la vieja obra de ingeniería sobre un ruidoso cauce que se afana con aguas frías provenientes de la montaña. El primer puente data de 1726, ampliado, reconstruido y transformado en fechas sucesivas: 1793, varias veces en el XIX y dos veces a principios del XX. Me acodo sobre el puente y me dejo llevar por el ronroneo del agua en su huida hacia lo desconocido. Me hubiera gustado construir puentes, pero no tengo alma de ingeniero, yo mismo me considero un puente, a veces roto, difícil de atravesar. ©cAc weg2011